El Diario del Poeta

El poeta apuñala con versos el hondo blanco del papel: Porque nunca ha matado a nadie. Porque esa hoja Bond es lo más proximo ha sucumbir. Porque se siente viejísimo. Porque tiene diecinueve años. Porque fuma con la izquierda. Y eyecta el pajazo de ideas con la derecha. Porque engaña con su verborrea a diestra y siniestra. Porque nadie se da cuenta. Porque defrauda a quien se cruce en su camino. Porque- otra vez -nadie se da cuenta. Porque siempre encuentra algún trago debajo de su cama. Porque necesita dejar fuera todo exceso de la mente. Porque no quiere chambear sin antes practicar.

El trovador escribe: Cuándo a las cinco mil trescientas regresa a casa con tufo a vino, cerveza y vodka con gaseosa, y su viejo lo recibe en silencio. Cuándo su progenitora habla sobre cambiar. Cuándo habla con el espejo sobre su futuro. Cuándo es incredulo con su reflejo. Cuándo no vo-ca-li-za correctamente. Cuándo se ve triste. Cuándo le arde el pecho de tanto gimotear en cuclillas. Cuándo está olvidado. Cuándo tiene horas libres y esta harto de tirar (papeles) en su sala. Cuándo ve por enésima vez una película romántica y prefiere hacerlo antes de llorar. Cuándo esta harto de vivir aquí, allá o más allá.

El seudo juglar derrama tinta: Que algunos comprenden. Que muchos no entienden. Y otros ni leen. Que rebota su imagen demacrada. Que realza su espíritu destructivo. Que es mediócre. Que es compleja a veces. Que se le chorrea por huevón. Que ni conoce. Que dedica a mujeres que no ha visto. Que es del mismo color de sus cabellos. Que exagera con palabras rebuscadas. Que le complica la existencia.

El poeta antes de partir pegó el papel en la pared y soltó la puerta con furia:


El poeta apuñala con versos el hondo blanco de papel y escribe que derrama tinta porque la silueta compañera ya no está. (17/09/09)