¿Así de qué?

Ya me voy. Resuena entre los dientes de una femina presurosa al huir. Camina sin mirar atras.
¿Qué demónios vino hacer aquí? ¿Qué hago aquí?
El sexto dedo humeante. Una bocanada más. ¿Ya terminaste?
Ni siquiera te oí. Vuelve. Regresa para escuchar cada palabra. Cada látigo parafraseado.
Detente. Espera que tus joyas se han quedado enredados en mis cabellos. Vuelve. Regresa a recogerlos. Libérame.
Cae el sexto dedo. Tengo más. Fuego de caja portátil. El dedo en la boca. Se enciende. Humo gris. Carajo duele. Espera.
Vuelve que tus frases me duelen. No. Quédate. No, mejor vete. ¡Ya!. ¿Ahora?. Camina sin mirar al frente. Avanza sin perder mis ojos. Cierra tus brazos.
Huye. Corre. Salta. No llores. ¡Cierto! Tu no lloras. No sabes llorar. El pecho pesa. Tanta carga. Y nada adentro. Ya me voy. Ya me voy. Ya me voy.